Tumbarán al individuo en una mesa. Dosis suficiente (esperemos) de anestesia. Cuatro agujeros para introducir los trocars. Extracción de los pedrotes, así como de la bolsa que los incluye, por uno de dichos agujeros. Puntos de sutura. Un día más en el hospital. Y para casa, unos cuantos días de reposo.
Eso es lo que me pasará el martes, miércoles y jueves que vienen. Con un poco de suerte, los cálculos biliares que llevan jodiéndome casi un año, se irán a tomar por saco de una vez, y podré volver ha hacer vida normal. Ni a mi peor enemigo le deseo el trauma que se pasa cuando te dá un cólico biliar. El Nolotil prácticamente ya no me hacía efecto. O debería decir metamizol magnésico. Estoy tan puesto en la materia, después de todo éste tiempo, que podría contar todo éste rollo y más con los más enrevesados términos científicos.
Cuento todo ésto ahora, por si acaso después no pudiera tener ocasión de hacerlo. Toquemos madera.
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