viernes, 28 de marzo de 2014

Adolfo Suárez, el franquista

Entre 1958 y 1975, ocupó diversos cargos en la dictadura franquista (Jefe del Gabinete Técnico del Vicesecretario General, procurador en Cortes por Ávila, Gobernador Civil de Segovia, Director General de RTVE y Vicesecretario General del Movimiento). Luego llegaron sus 5 años como Presidente del Gobierno. Pero en esos 16 años anteriores, personas como Julián Grimau, comunista, o Salvador Puig Antich, Francisco Granados y Joaquín Delgado, anarquistas, fueron ejecutados a garrote vil por tener una ideología diferente. Mikel Salegi, estudiante vasco, fue ametrallado por la Guardia Civil.
Impidieron que lo llevaran a un hospital, para que se desangrara, y en su funeral la Policía Armada detuvo a su madre y apaleó a los asistentes. Era el año 1974. Un año después, Víctor Manuel Pérez Elexpe, activista, repartía octavillas de solidaridad con los mineros en Portugalete. Un policía de paisano le pegó cinco tiros. José Martínez Salas, Guardia Civil, mató de un tiro en la cabeza a Gladys del Estal, una chica de 23 años que participaba en una manifestación antinuclear y antimilitar. Se alegó homicidio imprudente, con 18 meses de cárcel. Cárcel que nunca llegó a pisar. 6 meses después, la Guardia Civil ametralló a José Luis Montañés Gil y Emilio Martínez Menéndez, dos universitarios que protestaban contra la Ley de Autonomía Universitaria. El gobierno de Suárez aprobó la famosa Ley de Amnistía, y con ella se evitaba el procesamiento de todos estos crímenes. En 2012, Naciones Unidas volvió a insistir en la ilegalidad de una ley así. Por supuesto Mariano Rajoy, hizo oídos sordos. 

Me he cansado estos días de oir elogios a Adolfo Suárez. Nada como morirse uno, para que lo pongan en un pedestal. Se subió al de la presidencia, lo acabaron echando, por motivos más económicos y nacionalistas que cualquier otra cosa, y sin embargo se le considera el artífice de la democracia, que no ha sido más que un lavado de imágen de la dictadura, para adaptarse a los nuevos tiempos, y gozar del favor de Europa. Puede que los crímenes anteriores no los hubiera cometido él, pero con su participación en una dictadura que sí los cometía, automáticamente te haces cómplice. 

Es más bonito resaltar su figura como salvador de la patria, pero eso es fácil cuando los que lo hacen son medios y partidos políticos que se han visto beneficiados precisamente por ello. Un tipo que se protegió durante el franquismo con personajes como Fernando Herrero Tejedor (Secretario General del Movimiento, en la última etapa de Franco) y con Torcuato Fernández Miranda (Presidente del Gobierno interino, tras el asesinato de Carrero Blanco, en 1973), y apoyado durante su etapa como Presidente del Gobierno, ya en su maravillosa democracia, por personajes como Gutiérrez Mellado (capitán del Servicio de Información y Policía Militar, entre cuyos logros estuvo asesinar a las 13 Rosas) y Rodolfo Martin Villa (responsable de la masacre en Vitoria-Gasteiz el 3 de marzo de 1976).

Con ese currículum, a mi personalmente no me la van a pegar. La desgracia es que, en este país de mierda, ya sea por ignorancia, o por querer tapar la verdad, que a su vez puede ser por puros intereses ideológicos, o por miedo a conocerla en su totalidad, tenemos que aguantar durante días como en los medios de comunicación muchos políticos se deshacen en elogios hacia su persona, en interminables maratones de documentales, como si nos hubiera dejado en una situación maravillosa. Y hoy no tendremos a un dictador que sigue pegando tiros en la nuca a todos aquellos que no piensan como él, pero si tenemos un sistema que es igual de eficiente en ese aspecto, aunque de formas más sutiles. Todo ello, como no, "majestuosamente" controlado por un bipartidismo y una monarquía digna de la Edad Media. Todo está atado y bien atado, como dijo el hijo de puta Paquito.

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