sábado, 25 de noviembre de 2006

Copio y pego, con todo el morro,...

Pues eso. Si me lo permite el autor, del que poco sé, copiaré y pegaré de ese estupendo blog titulado El hombre que comía diccionarios, éste texto:

Reescritura de ceguera

Disculpa esta retórica que en ocasiones me nubla.
La chica de la que habla el poema,
la que tenía nombre extranjero
y los ojos muy abiertos,
y negros,
en realidad no ha muerto. Es sólo
que ha segregado un sentimiento insoluble
que se estanca en la sangre,
urde una maraña de nudos
entre el sueño y la rutina
y la ha despertado
luego ella
desayuna,
sube al metro,
abre un periódico,
enciende un cigarrillo,
evita una mirada,
sale a la calle, ignora
el sol, contrae
la mano al roce,
camina con decisión,
hace la travesía,
la rutina,
el tedio,
un novio atractivo,
un amante triste,
la vida gris con concesiones,
hasta el final,
hasta el cadalso,
con las manos atadas,
ante una bala
que parece atónita,
en la boca del revólver,
antes del chasquido
y la ejecución.

Nacho Abad, Comunicado

1 comentario:

Carlos Mal dijo...

No, pues, si es buen poema. Algunas palabras las habria escogido con mas cuidado, pero mis respetos a un poema conciso y claro.