Iba a escribir un artículo sobre la estafa de la homeopatía. Sobre como las farmacéuticas han encontrado un nuevo filón, aprovechándose de la ignorancia e ingenuidad de la gente. Como hago habitualmente, empiezo a buscar fuentes de información diversas, para ir elaborando un texto, aportando mi granito de opinión personal, pero no puedo evitar, como a muchos nos ha pasado, caer en la desgracia de empezar a leer más los comentarios de las páginas, foros y demás, que en la propia información. Pasados unos segundos, retiro mis manos de la cabeza, una vez superado el asombro de las chorradas que la gente es capaz de decir, y decido cambiar el rumbo del artículo, y sin dejar de lado del todo ese gran timo, me pongo a escribir sobre la estupidez humana, pero no la que traemos de serie, desde el primer minuto de vida, sino la que vamos acumulando por obra y gracia de una mala educación, cultura y ambientes sociales desfavorables (por no definirlo de una forma excesivamente ofensiva).
No soy una persona de ciencias (ya me gustaría a mí haberme decidido por esa rama en su momento), pero sí me considero una persona pragmática. Me cuesta creerme las cosas, por el simple hecho de que alguien haya dicho, o lo hayan comentado en la televisión, o salió de titular en tal o cual periódico. Procuro contrastar los datos, porque la objetividad es una cualidad que suele escasear bastante.
En el tema que me ocupa esta vez, hay algo que me exaspera bastante. Y es la falta de rigor y de conciencia crítica, a la hora de analizar con detalle si un medicamento de los llamados convencionales o uno homeópata tienen alguna diferencia. Después de tantos años, por no decir siglos, de investigación científica, de ensayos, de pruebas, de errores por aquí, luego seguimos por allí, a estas alturas, resulta que a la gente eso parece que se le pasa por alto, y le dan fiabilidad a un medicamento, tan solo porque lo venden en una farmacia, o porque lleva el sello del Ministerio de Sanidad. Como si a estas alturas no hubiera quedado ya suficiéntemente demostrado que organismos como los expuestos no han llevado a cabo prácticas o tomado decisiones de dudosa moralidad. Pero, ¿por qué pasa esto? Pues como decía, por la falta de información, y porqué no decirlo, de educación de la gente de este país. Por un lado tenemos a una manada de caraduras que no lo dudan ni un instante en aplicar el timo correspondiente para sacar tajada, ahora que las cifras son cada vez más favorables (leí en un sitio que 1 de cada 3 medicamentos que se compran en una farmacia, es de homeopatía; también hay que destacar que de media, en medicamentos para curar la misma dolencia, se paga el doble por los homeopáticos) y por el otro a la manada de borregos que se lo creen a pies juntillas. Y al final, unos dando de comer a los otros, y viceversa. Y esto, por supuesto, es extrapolable a más ámbitos que el de la homeopatía.
En el tema que me ocupa esta vez, hay algo que me exaspera bastante. Y es la falta de rigor y de conciencia crítica, a la hora de analizar con detalle si un medicamento de los llamados convencionales o uno homeópata tienen alguna diferencia. Después de tantos años, por no decir siglos, de investigación científica, de ensayos, de pruebas, de errores por aquí, luego seguimos por allí, a estas alturas, resulta que a la gente eso parece que se le pasa por alto, y le dan fiabilidad a un medicamento, tan solo porque lo venden en una farmacia, o porque lleva el sello del Ministerio de Sanidad. Como si a estas alturas no hubiera quedado ya suficiéntemente demostrado que organismos como los expuestos no han llevado a cabo prácticas o tomado decisiones de dudosa moralidad. Pero, ¿por qué pasa esto? Pues como decía, por la falta de información, y porqué no decirlo, de educación de la gente de este país. Por un lado tenemos a una manada de caraduras que no lo dudan ni un instante en aplicar el timo correspondiente para sacar tajada, ahora que las cifras son cada vez más favorables (leí en un sitio que 1 de cada 3 medicamentos que se compran en una farmacia, es de homeopatía; también hay que destacar que de media, en medicamentos para curar la misma dolencia, se paga el doble por los homeopáticos) y por el otro a la manada de borregos que se lo creen a pies juntillas. Y al final, unos dando de comer a los otros, y viceversa. Y esto, por supuesto, es extrapolable a más ámbitos que el de la homeopatía.
1 comentario:
Esto es de lo mejor que he visto sobre homeopatía, Juan: Homeopathic ER.
La estupidez, ya lo dijo Einstein: es infinita.
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